Pablo Casals (Vendrell, 1876 – Puerto Rico,1973) ha sido uno de los mejores chelistas del siglo XX. Reconocido internacionalmente como uno de los mejores intérpretes y directores de orquesta de su tiempo, continúa hoy en día siendo un nombre de referencia universal. Como intérprete aportó cambios innovadores en la ejecución del violonchelo y lo convirtió en un gran instrumento solista. Su influencia fue única, pero como dijo Toscanini, no podemos hablar de él solo como un gran virtuoso del violonchelo, sino que tenemos que hablar de Pablo Casals como MÚSICO en todas sus connotaciones.
En este sentido, la enseñanza formaba parte intrínseca de su carrera como músico. Casals ejerció de profesor en la Escuela de Música de Barcelona, en el Conservatorio del Liceu y en la École Normale de Musique de París, dio clases desde su exilio en Prades y a lo largo de su vida hizo clases magistrales en Berkeley, Zermatt, Marlboro y Puerto Rico. Algunos de los alumnos y discípulos más reconocidos fueron Gaspar Cassadó, Diran Alexanian, Maurice Eisenberg, Bernard Greenhouse, Zara Nelsova, Amaryllis Fleming, Raya Garbousova, Tackeishiro Hirai, Miklos Perenyi, entre otros.
Pablo Casals inició sus estudios en la Escuela Municipal de Música de Barcelona con once años, con el profesor Josep García, gracias a quien empezó a reflexionar sobre la técnica del violonchelo. Su espíritu de innovación y de investigación de una mayor sonoridad lo llevó a alcanzar la máxima flexibilidad en el brazo derecho facilitando el manejo de la horquilla. Casals rechazó el bloqueo de la articulación del codo o el uso constante de toda la longitud del arco como hacían los violonchelistas en aquel momento, y liberó el movimiento. Necesitaba sentirse libre para dar más variedad a su sonoridad y por tanto, dar plena riqueza a su expresividad. Así mismo inició una revisión de la digitación y de la posición de los dedos de la mano izquierda. Se dio cuenta rápidamente que cuando los dedos de la mano izquierda «pulsaban» una nota como lo hacía un pianista, este efecto provocaba un sonido mucho más claro que la alternancia del deslizamiento y sujeción que hacían los violonchelistas habitualmente. Esta revolución técnica sumada a su manera de entender e interpretar la música lo convirtió en uno de los mejores intérpretes del siglo XX y un ejemplo de inspiración para muchas generaciones de músicos.
Para Casals, era muy importante la expresión del alma en la interpretación «Aquel quien no se interroga a él mismo, y no escucha, «la voz» de su alma de artista, va por mal camino. Lo que cuenta es lo que tenemos en nuestro interior, y es esto lo que tenemos el deber de expresar». Así mismo, afirmaba que el enemigo número uno de un músico era la rutina, y criticaba que con el pretexto de buscar la perfección técnica muchos músicos caían en la ejecución mecanizada, estereotipada, alejándose del arte de la interpretación.
Todos estos elementos de la técnica y la interpretación los transmitió a sus alumnos, pero quizás su frase más conocida y que siempre decía a sus discípulos y a los músicos de la orquesta era “libertad, ¡pero con orden!” que resume muy bien su punto de vista y a la vez el respeto y la exigencia musical que tenía ante la interpretación de cualquier obra. Para aclarar esta aparente contradicción Casals siempre hacía comparaciones con la naturaleza. «La música tiene que ser capaz de igualar la natura en fantasía, en variedad, y en belleza, pero siempre obedeciendo a las leyes que no cambian. Todas las hojas de un árbol se parecen, pero sería absurdo buscar dos hojas que sean absolutamente iguales, del mismo modo todos los fragmentos musicales de una composición son únicos».
La Sonoridad de Casals estaba al servicio de la música que interpretaba y no le gustaba el culto a la belleza por la belleza. Consideraba que un vibrato rápido sin variaciones podía resultar monótono e inexpresivo. Casals decía “Un fuerte vibrato en un energético forte es excelente” pero añadía “la sonoridad sin vibrato también es muy bonita, especialmente en un piano o pianissimo”. Este control del vibrato es probablemente una de las lecciones más importantes que legó a los instrumentistas de cuerda.
Además de los alumnos que tuvieron la oportunidad de dar clases o asistir a una clase magistral, Pablo Casals tuvo muchos seguidores y fue, y ha sido inspiración y referencia para muchos músicos tal y como lo testimonia el violinista Isaac Stern en sus memorias: «La mejor imagen que me viene a la cabeza para describir Pablo Casals es una pared y un jardín. Imagínate que de repente te encuentras ante una pared y no sabes que detrás hay un magnífico jardín. Lo que hizo Casals es abrir la puerta de este jardín. Cuando entramos, descubrimos miles de colores y olores que no sabíamos que existían. Nos reveló el que puedes conseguir una vez eres dentro del jardín. De qué manera puedes crear tus propios colores y olores en uso del poder de la imaginación musical, esta es nuestra responsabilidad».
Como decía George Enesco: «Casals es nuestro MAESTRO y todos nosotros sus alumnos».